Qué hubiera pasado si...

"Úbeda renacentista", "El Renacimiento del Sur", "Úbeda, Ciudad del Renacimiento"... Éstos son algunos de los términos con los que se vende la ciudad de los cerros.
Sin embargo, siempre nos olvidamos de la importante aportación medieval -patente en su irregular trama urbana delimitada por murallas así como en algunas construcciones-, e incluso en otras épocas de crisis como el Barroco -que supondría la total transformación del interior de los templos o potenciarían la creación de populares imágenes religiosas en las calles, configurando una "ciudad conventual"-.
Si estas dos épocas tan importantes en la Historia del Arte como son el Medievo y el Barroco son olvidadas o, digamoslo mejor, infravaloradas... qué escaso mérito se le otorgará al siglo XIX!!!
En muchas de las guías y folletos turísticos de la ciudad se resume esta centuria con un par de líneas, indicándose que fue una época de languidez, donde se cerraron y arruinaron multitud de conventos e iglesias, y se demolieron sus murallas. Bueno, el siglo XIX fue algo más que eso, pues supone la configuración de la ciudad actual, creándose zonas de paseo, construyéndose un gran número de viviendas particulares, marcando los inicios de la expansión urbana, etc.
Sería muy tedioso hablar aquí de todo lo que supone esta centuria en la ciudad, pero voy a poner un ejemplo muy preclaro aplicado a un edificio monumental clave en la ciudad: Santa María de los Reales Alcázares.
En el siglo XIX se urbaniza el LLano del Salvador o de Santa María, y se convierte en el Paseo de las Delicias de la Princesa (en honor a Isabel II). A final del siglo se reforma la fachada de la iglesia mayor, construyéndose las espadañas -que sustituirían al primitivo campanario, arruinado por estos años- y se construye unas fingidas ventanas neogóticas (si bien el proyecto original del arquitecto Felipe Vara proponía crear un diseño neobarroco, más armónico con el resto de la fachada).
Como creo que una imagen vale más que mil palabras, os dejo aquí tres imágenes que supondrá un resumen de más de tres mil palabras. Creo que es un buen resumen sobre "qué hubiera pasado si... el siglo XIX no hubiera dejado su huella en la ciudad de los cerros".
Espero que os gusten!









PD: dedicado esta entrada del blog a Juan Ángel López Barrionuevo, que tanto empeño e interés pone en la iglesia mayor de la ciudad, como así lo demuestra su blog.

La caja de los truenos

Si bien no muy conocida, la Colonia de San Rafael es una de las tres urbanizaciones que se llevan a cabo en Úbeda en torno a los años 60, junto con la Barriada de San Pedro y la de San José, y supone uno de los grandes intentos de expansión urbana del siglo XX (alrededor de las cuales se produjo el gran desarrollo urbanístico de los últimos treinta años).
La Colonia de San Rafael, popularmente conocida como "los chalets de los médicos", esta compuesta por una serie de viviendas unifamiliares, con una pequeña zona verde delimitada con una calada verja de hormigón. Son casas cúbicas, de dos plantas, con ladrillo visto y mosaicos en tonos verdes para las zonas de la portada, con cimientos de piedra labrada y dejándose el resto estucado.
Desde la creación de esta barriada hasta la actualidad, son muchas las intervenciones efectuadas en los inmuebles pero, en mayor o menos medida, han mantenido la traza y el aspecto original de estas viviendas (lógicamente, su interior ha sido adaptado según la necesidad de sus dueños).



Y esto fue así hasta que, hace aproximadamente una década, una de las viviendas fue modificada por completo sin que nadie pusiera objeciones. Su prístina apariencia original fue recubierta totalmente de ladrillo, anexionando nuevos espacios, y perdiéndose para siempre la uniformidad de la barriada. Esto supuso abrir la caja de los truenos, pues a partir de aquí se creaba un precedente para modificar la apariencia de este lugar...
Sin embargo, prácticamente ninguna de las casas fue modificada, en parte porque mucha de la gente de este vecindario era gente mayor, que llevaba viviendo en este lugar prácticamente desde la construcción del barrio y no sentían la necesidad apremiante de gastar los ahorros de su vida en hacer grandes reformas, pues con mínimos arreglos se aseguraba el correcto mantenimiento de sus casas.



Sin embargo, los años pasan, y los vecinos originales van siendo sustituidos por nuevas familias. Y lógicamente, con ello se procede al inexorable cambio de las estructuras. Sin embargo, estas reformas no siempre son acertadas. Ya la mencionada vivienda forrada de ladrillo marrón supone un fuerte contraste con el resto de la zona, pero la última reforma que se está acometiendo en una de las viviendas supone igualmente un atentado para este barrio (forrándose con mármoles blancos y delimitándose con empalizadas de madera).



Progresivamente se pierde así la identidad de un barrio residencial, considerado como tal en el último PGOU de la ciudad.
Con todo, concluyo esta entrada hablando de qué es lo que verdaderamente se debe proteger o considerar patrimonial. No sólamente los grandes monumentos son ese patrimonio a conservar, sino que también habría que proteger estas pequeñas zonas residenciales, pues guardar la identidad de zonas residenciales supone preservar la identidad de nuestras ciudades.

puedes oir sus quejas?

Hace tiempo que se veía venir, se había observado y se había denunciado, pero apenas se pusieron los medios para evitar el desastre (lo más, acordonar la zona y escudarse en la carestía de fondos económicos como consecuencia de la renombrada crisis económica).
Finalmente ha pasado. Uno de los costados de nichos del cementerio, concretamente de la parte más antigua del camposanto de San Ginés, se ha venido estrepitosamente al suelo como consecuencia de las intensivas últimas lluvias que venimos padeciendo, perdiéndose para ello muchas de las tumbas de los párvulos de fines del siglo XIX y principios del XX...
Ahora vienen las quejas y los lamentos, y los políticos echándose las culpas de unos a otros (como siempre).
Sin embargo, los difuntos no pueden quejarse... o sí lo hacen? desde el fondo del muro del cementerio encontramos esta imagen que nos recuerda nuestro triste final y que, desde sus cuencas vacías, nos miran profundamente con carácter acusador pidiendo un poco de respeto y no caer en el profundo olvido de la desidia...