Hace un par de semanas, dentro de las actividades de
difusión del patrimonio organizadas por la Asociación “Úbeda por la Cultura”,
se hizo más que patente que la nuestra es una ciudad de fachada, una ciudad de
paseo para ver el exterior de sus innumerables edificios históricos, y muy poco
o nada del interior.
La intención de estas jornadas fue la de dar a conocer
edificios por los que pasamos diariamente, conocidos de sobra pero que
paradójicamente son grandes desconocidos para el gran público. Durante los
sábados de los meses de mayo y junio, se han visitado numerosos edificios de la
mano de especialistas en Historia del Arte: Hospital de Santiago, Iglesia de
San Pablo, Iglesia de San Isidoro, Iglesia de Santa María, Sinagoga del Agua,
Museo Arqueológico, etc.
Toda la polémica comenzó con la visita organizada al Palacio
Vázquez de Molina (actual Ayuntamiento), llevada a cabo por la historiadora
Rosa Mª López, y en la que asistían un grupo de 40-50 personas, la mayoría de
ellas ubetenses. Ante la sorpresa de todos, y especialmente de la organización,
el personal del Consistorio sólo permitió una visita breve y rápida al patio
del edificio, aludiendo a las nuevas medidas de seguridad impuestas tras el
famoso robo de las monedas. Con ello, muchos de los ubetenses asistentes se
quedaron con las ganas de descubrir algunos de los espacios más originales y
desconocidos del edificio como serían el apeadero -reconvertido en antigua
capilla conventual-, la antigua sala capitular (espacio ornamentado con
pinturas murales) o el ático del edificio (en donde se localiza el archivo
histórico municipal). Aunque parezca sorprendente, son muchos los ciudadanos de
Úbeda que no conocen estos espacios, y consideraron ésta como la oportunidad
ideal para descubrirlos.
El impedir la visita al interior del Ayuntamiento tuvo más
bien una carga simbólica, pues mostró una cosa a los ubetenses: el “desprecio”
que realizamos a los turistas visitantes, quienes se desplazan a nuestra ciudad
para tener que contentarse con pasear por sus calles y no poder acceder a
ninguno de los bienes que tanto se oferta en diversas ferias y certámenes turísticos.
Sorprende más teniendo en cuenta que se trataba de un sábado por la mañana, y
la Plaza Vázquez de Molina estaba llena de visitantes, pudiendo contabilizarse
hasta 7-8 grupos.
¿Para qué vendemos una ciudad si luego ésta no puede ser
disfrutada por los visitantes? Para eso mejor evitamos el gasto en material de
promoción turística y lo invertimos en otras cosas que vendría mejor a nuestros
turistas como sería mejorar el asfaltado o empedrado, o incluso mejorar la
iluminación de plazas y calles por donde sólo podrán pasear...
La verdad es que ser turista en Úbeda es complicado. ¡Tan
sólo encontrar la Oficina de Turismo ya tiene mérito! Eso sí, de nada sirve
llegar a ella cuando, durante los fines de semana, ésta está cerrada. De
cualquier manera, esperemos que esto se solucione cuando por fin abra la tan
ansiada Oficina de Información Turística en las antiguas carnicerías, junto a
la Torre del Reloj. ¡Y sobre todo, que abra sus puertas diariamente! Desde aquí
una sugerencia: que no se queden sólo en la intervención del edificio de las
Carnicerías, sino que adecenten la Torre del Reloj de cara al visitante, pues
así podrá tener la posibilidad de subir y ver una de las vistas más hermosas y
distintas de la ciudad.
Aunque pensando ya en el futuro próximo, también puede pasar
que realicen la intervención en las Carnicerías y que tengan que pasar meses o
quizás alguna legislatura para que se abran dichas oficinas (ya se sabe que hay
que cuadrar las agendas de nuestros políticos para cortar la cinta y hacerse bien
la foto, que ésta queda para la posteridad). Porque, a todo esto, ¿qué pasa con
el centro de interpretación de la muralla ubicado en el Torreón del Santo
Cristo? ¿Lo veremos pronto abierto?
La verdad es que estos últimos meses se han vertido
numerosas y duras críticas al Obispado de Jaén sobre la disponibilidad de su
patrimonio. No voy a entrar ahora a hablar sobre este tema porque sería largo
de hablar, pero sí hemos de tener en cuenta que hoy en día, posiblemente sean
las iglesias las que más se ofrecen como recurso turístico al visitante, pues
en muchas de ellas existe culto religioso y se permite su entrada media hora
antes del mismo. Aunque también es verdad que es un tiempo bastante reducido y
que suelen coincidir los cultos en las diversas parroquias, por lo que se hace
insuficiente para el visitante. Hace poco tuve la oportunidad de visitar la
ciudad de Santiago de Compostela por motivos de trabajos y pude contemplar
gratamente que todas sus iglesias se encuentran abiertas durante todo el día,
no existiendo ningún problema para ser visitadas. Y no me refiero sólo a su
imponente Catedral -cuya visita encima es gratuita, salvo diversas “visitas
especiales” a zonas reservadas-, sino a cualquier pequeña iglesia o convento de
la ciudad.
Rompiendo una lanza a favor del Obispado de Jaén, aparte del
tiempo de culto, en la actualidad tanto las iglesias de San Isidoro como San
Pablo cuentan con feligreses que vigilan para que la iglesia sea visitable, y
Santa María está gestionada por una empresa turística (al igual que la Sacra
Capilla del Salvador, en este caso propiedad privada de los Duques de
Medinaceli). De cualquier modo, sigue siendo insuficiente.
Debería promoverse la entrada a más edificios de la
localidad, mucho más cuando son de propiedad municipal. Y si existe un problema
en cuanto al tema del gasto que conlleva la apertura de los mismos, existen
varias soluciones: desde reducir algunos gastos superfluos (que para tonterías en
nuestra ciudad siempre hay dinero y nunca para cosas serias) o crear un bono
turístico para visitar varios de esos inmuebles (con un precio adecuado pues no
debemos olvidar que ofrecemos un servicio al turista, no pretendemos
desplumarle la cartera). Tampoco estaría de más musealizar algunos espacios de
algunos inmuebles que están totalmente desaprovechados, y cuya entrada (con un
precio simbólico de un euro, por ejemplo) podría repercutir positivamente en la
recuperación de nuestro patrimonio y, a la vez, supondría ofrecer nuevas cosas
al visitante. Así, se podrían poner en valor la antigua sala capitular y
capilla mayor del Palacio Vázquez de Molina (actualmente reconvertidas en
oficinas municipales, llena de trastos y armarios que impiden la visita), o la
sacristía y antesacristía del Hospital de Santiago (que sólo se abre para
algunos congresos, y que cuenta con uno de los programas murales más
interesantes del Renacimiento andaluz).
No voy a excederme más. Desde aquí invitar a los
responsables municipales a ponerse las pilas para vender mejor nuestro
patrimonio, y que cumplan con el eslogan tan manido de “Jaén. Paraíso interior”
o aquel de “Descubre su interior”. Y, por favor, que fomenten la creación de
equipos multidisciplinares en donde los especialistas (no sólo de turismo, sino
también historiadores del arte) den su opinión y aporten sus ideas. Será en
beneficio de todos, sin duda.
2 comentarios:
Predicar en el desierto...
Enhorabuena,
Has hecho un análisis muy acertado. Esperemos que algunos políticos puedan leer esta entrada.
Un saludo.
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