La rehabilitación de nuestras murallas

Las murallas de Úbeda han vivido épocas de gloria y otras de decadencia.
De origen islámico y con reformas de época cristiana, el recorrido de la muralla, arrancaba desde los Miradores del Salvador, Cuesta de Santa Lucía, Huerto del Carmen, Fuente Seca, Cruz de Hierro, Corredera de San Fernando, Plaza de Andalucía, Rastro, Cava, Miradores de San Lorenzo, Puerta de Granada, Cotrina y Arroyo de Santa María, enlazando aquí con la muralla del Alcázar.
Junto al principal circuito amurallado, también contábamos con un segundo lienzo defensivo, en torno a los arrabales de San Isidoro, San Nicolás, San Millán y los Santos Juanes, de los que apenas nada queda (salvo la conocida como Torre Nueva, incluida en la actualidad en una vivienda particular).
Sin duda, la época más nefasta en la historia de nuestras murallas fue el siglo XIX cuando éstas perdieron por completo su función defensiva y -con la excusa del progreso-, sus puertas fueron demolidas y sus lienzos invadidos por construcciones privadas. A pesar de todos estos avatares, aún podemos hablar de Úbeda como una ciudad amurallada, conservándose buena parte de ella.
Durante el siglo XX la suerte de ha sido desigual. Tras años de abandono, en los años 80 se procedió a reconstruir la muralla de la Saludeja, una faraónica obra que dio como resultado una bella estampa a este rincón de la ciudad. Sin embargo, un par de años después parte de esta muralla se desmoronó y hasta hace relativamente poco tiempo este tramo de la vía estaba cortado. Reabierto el acceso durante la anterior legislatura, este espacio aún no ofrece su mejor aspecto pues prácticamente sólo se ve la roca desnuda sobre la que se asienta la muralla así como parte del terraplén del alcázar que le sirve de respaldo.
El aspecto que ofrece entre la Fuente de la Saludeja y el Arroyo de Santa María es, sin duda, deplorable. Los tramos de muralla que sobreviven lo hacen con numerosas grietas, con la vegetación campando a sus anchas, teniendo como base los escombros y restos de construcciones que en siglos pasados se adosaron a la muralla.
Por la zona colindante con los Miradores la situación es parecida, si bien en este lugar encontramos varias casas ruinosas -algunas incluso hundidas-, que dan una imagen lamentable, poco apropiada para una ciudad que se jacta de ser Patrimonio de la Humanidad. Algunos torreones aparecen con considerables huecos, han perdido el revestimiento exterior de piedra que definía su aspecto geométrico, existen restos de muros y encalados de construcciones anteriores, están cubiertos con vegetación…
Ya casi en el Arroyo de Santa María encontramos dos torreones muy interesantes pues en ellos se aprecia el recrecido de piedra que sufrió la muralla durante la época almohade. Uno de ellos se encuentra aprisionado por construcciones de escaso valor arquitectónico, siendo aconsejable su liberación para poder contemplar en todo su esplendor.
Como vemos, se impone de urgencia una total rehabilitación de este tramo, saneando sus muros mediante la eliminación de vegetación, cierre de sus grietas y reparación de las inmensas oquedades con piedra, etc. Además, sería conveniente eliminar los escombros y sustituirlos por una vegetación adecuada que otorgue esa imagen de paseo romántico, además de dotar a la muralla de una iluminación adecuada.
En las últimas semanas se ha producido la intervención en el tramo cercano a la Puerta de Santa Lucía. El cambio producido es totalmente radical y apreciable: se ha picado la piedra para eliminar las construcciones adosadas, eliminando huecos y tramos de ladrillo por otros de piedra, y cerrando sus grietas con mortero. Se ha realizado un muro de contención con el tramo continuo -el que va hacia el Huerto del Carmen-, que todavía presentar un regular aspecto, totalmente cubierto de escombros. Igualmente se han eliminado unas higueras cuyas raíces venían a deteriorar aún más el lienzo, situadas en la parte alta (donde se encuentran las ruinas de la iglesia de Santo Tomás, un importante yacimiento arqueológico que se podría poner en valor para incrementar la oferta turística de la ciudad). Todavía quedaría incluir vegetación en la parte baja y mejorar la iluminación, con el fin de potenciar la belleza de este entorno.
El tramo del Huerto del Carmen goza de mejor salud respecto a los anteriores, teniendo un aspecto mejor cuidado que los anteriores. De cualquier manera, sería conveniente la limpieza de este entorno, el cierre de alguna grieta y la mejora de su iluminación.
Nada podemos decir de los tramos de la Fuente Seca y la Cruz de Hierro, totalmente ocultas por las construcciones adosadas. Algo parecido pasa con el tramo de la Corredera; sin embargo, en la calle Ventanas aún se pueden ver restos visibles en bastante mal estado, con numerosas grietas, encalados, construcciones posteriores y riesgo de desplome, lo cual sería conveniente darle una solución antes que llorar las desgracias.
Finalmente hablar del tramo de la calle Rastro y Cava. Especialmente en ésta última habría que potenciar la muralla como un valor fundamental de este lugar, eliminando algunas de las construcciones adosadas de escaso valor estético. Hace un par de años se eliminó una vivienda en la zona baja de la Cava, junto a la Plaza de San Francisco, y se dejó la muralla pendiente de su restauración. Y allí sigue. Curiosamente se ha mejorado la iluminación del lugar, pero no se ha dado solución al problema más importante que es rehabilitar el tramo descubierto. Junto a ello, no estaría de mal la eliminación de algunas construcciones de muy mala calidad, que restan belleza al entorno.
Con esta rápida visión del estado de la muralla, sólo quiero llamar la atención para que no nos durmamos en los laureles. Es necesario que la nueva Corporación municipal continúe con la rehabilitación de nuestras defensas, pues no todas las ciudades históricas pueden hablar con orgullo de conservar la gran totalidad de sus murallas. No sólo es necesario conservarlas, sino ofrecerlas en su mejor aspecto posible, pues siglos de historia nos contemplan desde ellas.



No hay comentarios: