Arquitectura y urbanismo en Úbeda (1808-1931)

Hasta hace pocos años, la historiografía artística, tanto nacional como extranjera, ha venido fijando su atención sobre nuestra ciudad de manera prioritaria en un siglo que fue para ella definitorio: el XVI, su arquitectura renacentista y, de un modo especial, la figura cada vez más atrayente de Andrés de Vandelvira. Pero una ciudad no se construye en varias décadas por grande que éstas hayan sido en su afán edilicio. Una ciudad es una continuidad de tiempos que dialogan entre sí, conformando un “genius loci” que la convierte en algo singular, irrepetible.
Por fortuna, en los últimos tiempos han ido apareciendo estudios que nos ayudan a comprender este fenómeno integrador y poliédrico que es la urbe, gracias a las imprescindibles aportaciones de autores como el doctor Almagro García para el siglo XVII.
Pero quedaba un capítulo de nuestra historia decisivo: El siglo XIX. Un siglo clave en el que se verifica la quiebra entre el modelo de ciudad propio del Antiguo Régimen, no exento de resabios urbanísticos medievales, para dar paso a la ciudad burguesa que, de un modo paulatino y a veces torpe, postula nuevos planteamientos de modernidad, higienismo, transformación del modelo de ciudad conventual, de “Civitas Dei”, por otro dominado por una falsa idea de progreso que todo lo estandariza.
La Úbeda del XIX, es la Úbeda de las diversas y consecutivas desamortizaciones, aquellas que de un modo inexorable borraron de su solar una buena parte de nuestro patrimonio monumental. En esto Úbeda tampoco se diferencia del resto de las ciudades históricas españolas. Por el contrario, las transformaciones decimonónicas aquí -si las comparamos con otros casos- fueron tímidas y siempre determinadas por las sempiternas carencias presupuestarias.
Decía Ganivet, hablando de su Granada, que gracias a estas estrecheces económicas pudo salvarse una buena parte de la ciudad que él amaba. Otras veces no sucedió así. Hubo recursos y las cosas se hicieron casi siempre para desgracia de los siglos venideros.
En una palabra, el siglo XIX se llevó por delante más de lo que nos dejó. Y esto creo que es un aserto incuestionable. Y hoy esa Úbeda desaparecida difícilmente sería reconocida por nosotros. Demolición de puertas y fardos completos de la antigua muralla, tanto en su cinturón murado como en los arrabales, supresión de conventos (hasta una docena de ellos), extinción de ermitas, desaparición de parroquias, de viejos hospitales, embovedado de calles por las que antes transitaban arroyos más o menos pestilentes, pero arroyos, degradación de muchos de sus viejos palacios por una ocupación vecinal desorbitada. Y así un largo etcétera. Con ello nos quedó una ciudad correcta, todavía hermosa, pero menos emotiva y pintoresca. Una ciudad en la que, poco a poco, irían apareciendo sus nuevos paseos, sus colegios, su arquitectura del ocio, sus construcciones comerciales.
Es justo reconocer que, hasta la fecha, estudiosos como don Ginés Torres Navarrete, por no citar a otros de similar mérito y rigor, habían ido aportando en base al estudio de las fuentes documentales inéditas un buen número de noticias que, de manera gradual, irían configurando los nuevos perfiles urbanos y arquitectónicos que este siglo iba dibujando.
Sin embargo, faltaba un estudio aglutinador que, junto a la aportación de nuevos materiales desconocidos que oscilan entre la documentación extraída de archivos como el municipal, o la recopilación de otras fuentes como las que nos reporta la fotografía antigua, comportara una labor exhaustiva de síntesis y globalidad, sin la cual se haría difícil obtener una información precisa y cabal de fenómenos tan complejos como los aquí tratados por el doctor José Manuel Almansa Moreno.
La trayectoria profesional de este joven profesor universitario e investigador es brillante y ya ha dado sobradas muestras de su madurez intelectual y de sus dotes historiográficas.
José Manuel Almansa es un buen conocedor de la ciudad a la que ama, un sagaz estudioso de su Úbeda natal. Y buena prueba de ello la ha dado en su ya creciente producción literaria, plena de artículos y monografías.
Si antes fuera el estudio de la pintura mural en el siglo XVI para toda la provincia de Jaén, ahora nos obsequia con esta monumental monografía donde compendia la historia y los avatares constructivos del siglo XIX y primeras décadas del XX.
En suma, creo que nos encontramos ante una gran y novedosa aportación para el conocimiento de nuestra historia y el acervo cultural de la que es hijo.


Arsenio Moreno Mendoza.

¿Más despropósitos?

Asombrado me quedo con las últimas declaraciones que he leído sobre la iglesia de Santa María de los Reales Alcázares. Tras casi 28 años de obras y en vísperas de elecciones se plantea su apertura. Sin embago, los despropósitos cometidos en el templo no acaban, sino que continúan. Extraigo este párrafo del texto escrito por Alberto Román en la edición del Ideal:

"Lo cierto es que, aunque la quinta y última fase de la intervención está prácticamente acabada, aún quedan muchos detalles y remates pendientes a nivel de carpintería y albañilería, que suelen llevarse bastante tiempo. Actualmente se está colocando la solería en la Capilla de Jesús y piedra vieja en la zona de entrada a la iglesia. También en el acceso, en un punto donde hay dos arcos, por iniciativa del arquitecto responsable se está planteando la posibilidad de retirar uno de ellos, el más antiguo, que ha dejado de tener utilidad. Con ello se facilitaría la salida y entrada de algunos tronos. Y después vendrá lo concerniente a la limpieza y retirada de elementos sobrantes"

¿Estamos tontos o qué? Bastante se ha eliminado alegremente del templo, bastante ha sido mancillado su historia y su arte. ¿Porqué continuar? Y la excusa de los tronos es la peor que ha encontrado, teniendo en cuenta que en este tiempo de obras algunos tronos han salido sin problema.
De verdad, no lo entiendo. Imagino que será uno de los dos arcos que conectan con el claustro. ¿El más antiguo? ¿Porqué no quitar la "tribuna" de hormigón que se ha realizado junto a la capilla bautismal? ¿Porqué no quitar el catálogo de azulejos y ventanas del templo? ¿Porqué tenemos esta "pachorra" en Úbeda que ya no nos quejamos de nada? Así nos va!!!